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Una oda a la gastronomía malagueña

Vease una fábula en la que mi gran amigo Pablo abrió con la mayor ilusión, en algún lugar malagueño de cuyo nombre no quiero acordarme, un restaurante al que no podía llamar de otra forma que Picasso´s Malacitan Gastronomic Business dada su fascinación por los anglicismos.

El valiente emprendedor se prometió a sí mismo que su restaurante serviría exclusivamente platos malagueños. Nos acordamos de las pandas de suomis, de las bandas de suequitas o teutonas color de trigo, o de los flemáticos sajones y normandos que acuden a nuestra tierra. Queríamos promocionar entre estos visitantes, los productos “autóctonos o nacidos de la tierra”, calificativos de nobleza para los antiguos atenienses.

Así que nos decidimos por confeccionar un menú que incluyese los genuinos productos malagueños.

De entrante presentaríamos una ENSALADA MALAGUEÑA, que al parecer, antiguamente se realizaba con arenques y hoy día con bacalao. Aceite de oliva a gogó.

Si alguien pidiese un primer plato caliente podríamos ofrecerle una BERZA MALAGUEÑA con sus coles y garbanzos o una MENESTRA RONDEÑA. Igualmente un más liviano y sencillo GAZPACHUELO MALAGUEÑO.

Las antaño humildes MIGAS deleitan hoy los paladares en Casabermeja, Alfartanate y Alfarnatejo. También cocinaríamos las compactas SOPAS PEROTAS de Álora.

Si ese primer plato no necesariamente tuviese que ser caliente, ofreceríamos escoger entre el AJO BLANCO de la Axarquía, con sus lechosas almendras, la PORRA ANTEQUERANA, ideal para el calor, o el refrescante GAZPACHO ANDALUZ.

Como segundos platos distinguiremos entre carnes y pescados.

De entre las carnes, sólo dispondremos del PLATO DE LOS MONTES, donde se oferta un paralepípedo cacho de lomo porcino, amén de otros aderezos como huevo frito y pimientos. Málaga no se caracteriza por la cría de vacunos -aunque no falten los buenos bistecs de ternera o de buey-, apreciándose mayormente por la cría de porcinos. Las CHACINAS DE BENAOJÁN son singularmente reconocidas.

En el Valle del Genal se degusta un CONEJO CON ALMENDRAS para chuparse los dedos, plato que incorporaríamos a nuestro menú.

Las PATATAS A LO POBRE, resultan un complemento más típico que las tópicas patatas fritas.

Pero es entre los pescaítos donde Málaga tiene su principal tesoro culinario.

Los ESPETITOS DE SARDINAS, los BOQUERONES VICTORIANOS, fritos o en vinagre, y las variadas FRITURAS MALAGUEÑAS (incluyendo además de boquerones, salmonetitos, calamaritos, pulpitos…), serán acompañados con ENSALADA DE PIMIENTOS ASADOS.

También las “CHIRLAS” MALAGUEÑAS se consumían en el antiguo y popular barrio del “Chupi tira” y a mucha honra.

Lógicamente, todo tipo de sopas de pescado podrían engrosar el menú que confeccionamos: sopa de rape, emblancos de jurelitos, y un picantito y delicioso CALDILLO DE PINTORROJA, entre otros.

¿Qué decir de los vinos de Málaga? En un tiempo, Málaga adquirió fama mundial por sus vinos dulces y quinados, vinos de postre, a base de su dulcísima uva moscatel. Adquiriremos el dulce Pajarete, ideal como aperitivo. Dentro de la denominación de origen “Sierras de Málaga” destacamos la zona de la Serranía de Ronda, donde a la actualidad el término Chinchilla, denominación de un paraje, titula a una serie de galardonados tintos (cabernet sauvignon) que no podrán faltar en la bodeguita de nuestro restaurante.

Finalizamos con un pequeño listado de postres. Los más genuinamente malagueños.

El “BIENMESABE” antequerano, las TORRIJAS en Semana Santa, las TORTITAS DE ALMENDRA de Ardales, las LOCAS de hojaldre, los PESTIÑOS, las BREVAS de San Juan, los BORRACHUELOS y los ROSCOS DE VINO navideños. Finalizamos con un postre que probamos en nuestra infancia y que de adulto añoramos y no hemos vuelto a encontrar: se trata de la TORTA DE PIÑONATE, densa y compacta tarta, a base de miel, almendras y piñones. Se cortaba como un queso (parecía un cerete de higos) y “empachaba” como ella sola.