La importancia de un seguro agrario en España

Todos los sectores de la economía tienen sus riesgos y sortean peligros que pueden derribar un negocio estable. Entre ellos, la agricultura se considera el más expuesto a sufrir ante distintos fenómenos de la naturaleza; frecuentemente y dependiendo de la zona geográfica se encuentran ante incendios, sequías, heladas, inundaciones, aumentos de la humedad o de plagas que pueden perjudicar los productos y la tierra.

Estos factores aleatorios también ponen de manifiesto la importancia del agua en el siglo XXI, de la cual hablamos en anteriores artículos en Mundoagro.

A pesar de los avances tecnológicos actuales en esta área existen riesgos que no es posible prevenir y además de las medidas de prevención se debe de contar con un seguro ante estos eventos. En España, según el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, es posible asegurar 42 clases de cultivo y 158 combinaciones de riego mediante una elección entre 36 líneas de seguro de esta índole.

En España es posible asegurar 42 clases de cultivo y 158 combinaciones de riego

De este modo, mediante la Entidad Estatal de Seguros Agrarios (ENESA) se encuentra una división en dos grupos:

  1. Seguros de daños: Este nos protege los riesgos concretos en forma de incendios, lluvias torrenciales o pedriscos.
  2. Seguros integrales. Los seguros integrales se encargan de cubrir los descensos de producción que experimenten el total de la cosecha, para ello se incluye el término “cosecha garantizada” y se aplica a por factores que no se pueden controlar dentro de las prácticas agrícolas.

También, este protocolo es de gran relevancia para la economía, ya que la producción agrícola, según lo estimado por Agrobit, constituye el 82% de la Producción Final Agraria y sus limitaciones climáticas han influenciado en gran medida la presencia de bajas temperaturas en temporadas de cultivo o precipitaciones por plazos prolongados. Las condiciones para el correcto funcionamiento de los seguros agrarios en España, también contemplan los esfuerzos para lidiar con las variaciones interanuales al integrar correctamente los sistemas de regadío.

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